Es buen jugador de béisbol, llega a ser profesional, jugando en la primera liga.
Ésta se encuentra en un barrio peligroso y el autor le trata de desaconsejar que vaya a esa calle.
El autor le dice que no se puede conocer ese barrio neoyorquino ni en cien años.
Llega, llama, es recibido, pero al ver la desconfianza en las caras que reflejan ambas mujeres y la hosquedad con que le atienden, comprende el error cometido al venir hasta aquí.
Vuelve arruinado unos meses después y una tía le cede el uso de un céntrico solar.
Su nieto da a sus viajantes un lema mucho más agresivo: "No podemos esperar a que el comerciante la necesite, nosotros le abrimos los ojos y le convencemos de que la necesita ya."
You Can't Go Home Again Sacerdote católico neoyorquino de ascendencia irlandesa.
Odia la enorme mansión que habita en un sitio muy céntrico de Nueva York.
La construyó hace cuarenta años complaciendo a su mujer que en todo este tiempo está dando en ella grandes cenas y fiestas para amigos.
Hoy no comprende cómo ha podido ceder tanto a las exigencias de su mujer, él había querido siempre poder volver del trabajo simplemente a un hogar cálido y confortable.
Su vida empresarial ha sido exitosa y limpia, ha trabajado mucho y con mucha pericia pero nunca ha empleado artimañas ni ha engañado a nadie con sus negocios, de ella está muy satisfecho mientras que considera que su vida hogareña es un fracaso.
Al levantarse hoy ha abierto la ventana, ha visto que la mañana es espléndida y repentinamente decide rebelarse contra las disposiciones de su mujer.
Al desayunar rechaza la dieta sugerida por su médico, impuesta por su mujer y dispuesta en el aparatoso comedor por el mayordomo, al que ninguna simpatía tiene por su empalagoso servilismo y por estar tan a las órdenes de su mujer, y exige que le dé el desayuno que antaño tomaba: sopa de avena, cuatro rebanadas de pan con mantequilla, huevos fritos con jamón y un café bien fuerte.
Consigue ser servido así y mientras desayuna tan satisfactoriamente queda asombrado al ver en el periódico un titular que dice que el hermano de su mujer, un hombre soltero de cincuenta y cuatro años, conocido por su probidad, escritor de numerosas obras religiosas, y que su mujer se lo ha citado una y otra vez como ejemplo, es demandado por una exbailarina de la compañía Ziegfeld Follies, de treinta y siete años, con la que vivía secretamente haciendo vida conyugal desde hacía un año ya que le había prometido matrimonio, al haber desaparecido del domicilio y no accedido a cumplir con el compromiso dado, le reclama cien mil dólares por el daño sufrido.
Esta noticia es la que definitivamente alegra el día a James Wyman, ha recuperado su viejo humor y marcha andando alegre a su banco, dándose sonoros golpes en los muslos con el periódico doblado.