Tras cuatro meses de combates sin provisiones, las hambrientas tropas estadounidenses y filipinas se rinden al ejército nipón.En 1944, las fuerzas norteamericanas avanzan hacia Japón, y en el Ejército Imperial empieza a cundir la desesperación.Cuando los japoneses invadieron las Filipinas, lo utilizaron como prisión, principalmente de soldados enemigos.Las disposiciones de la Convención de Ginebra fueron ignoradas, los presos eran llevados fuera del campo y obligados a trabajar en fábricas para construir armamento japonés, descargar buques y reparar aeródromos.Los prisioneros obtenían alimentos por múltiples vías, como el robo, el soborno a los guardias, el cultivo de hortalizas y la captura de animales que entraban en el campo, como ratones, serpientes, patos o perros callejeros.Una cámara fotográfica introducida de contrabando sirvió para documentar las condiciones del campo.Los japoneses permitieron a los prisioneros construir fosas sépticas y canales de riego en el campo.Una persona fue designada para vender artículos tales como plátanos, huevos, café, cuadernos y cigarrillos.Para evitar que las tropas japoneses acampadas en las cercanías acudieran en apoyo de las tropas del campo, un grupo de la guerrilla filipina, dirigido por el capitán Juan Pajota, tiende una emboscada en un puente sobre el Cabu.Después la restablece, generando un fuego controlado; repitió el procedimiento dos veces más, perdiendo altura hasta los 61 m (200 pies).Simulando tener problemas, Schrieber se dirigió hacia unas colinas bajas a solo 9,1 m (30 pies).El teniente coronel Henry Mucci y el capitán Robert Prince fueron condecorados por esta acción con la Cruz por Servicio Distinguido, la segunda en importancia.
Cap. Juan Pajota
Caza P-61 Black Widow, similar al empleado como distracción de las fuerzas japonesas
Los capitanes Jimmy Fisher (Izq.), y Robert Prince (Der.), con algunos guerrilleros filipinos horas antes de iniciar el ataque.