En general las historias se solidarizan con las injusticias sociales y tratan de corregirlas.
A Holmes se le presenta como alguien que ofrece un nuevo sentido de justicia.
Ocho años más tarde, Estudio en escarlata, la primera novela sobre Sherlock Holmes, fue publicada por Ward Lock & Co.
La novela tuvo una buena acogida, pero Doyle recibió poco dinero por ella y, a pesar de haber escrito una secuela, El signo de los cuatro, publicada por la misma editorial, prefirió centrarse en los relatos cortos.
[1] Sugiere también que, en contraste con estas injusticias, a Holmes se le retrata como alguien que aborda con frescura y justicia un mundo injusto de «incompetencia oficial y privilegios aristocráticos».
[23] El Leeds Mercury elogió particularmente la descripción de Holmes, «con todas sus pequeñas debilidades»,[21] mientras que, en contraste, el Cheltenham Looker-On describió a Holmes como «a veces más bien aburrido», tomando en cuenta que la exposición de sus debilidades «crece fastidiosamente».
[28] Irene Adler, a la que Doyle tan solo recurrió en Escándalo en Bohemia, el primer relato, es un personaje con bastante peso en las adaptaciones modernas.