En este poema mitológico del origen del mundo, el dios de la ciudad de Babilonia, Marduk, derrotó a la gran diosa madre original, Tiamat, salvando así a toda la población divina.
Hesíodo en su Teogonía narró las luchas entre diferentes generaciones de dioses olímpicos.
Se añade deliberadamente la teomaquia para mostrar la brecha insalvable entre los mortales y los inmortales que los gobiernan.
Mostrando la trivialidad del dolor divino, hace que se destaque el sufrimiento humano.
[1] Una teomaquia también era considerada como justificación por los emperadores romanos deificados para la persecución de los cristianos.