Tras derrotar a sus rivales, unificó definitivamente las tierras de los francos bajo la autoridad de un solo rey; el reino unido lo legó a sus sucesores hasta la caída de la dinastía merovingia en el 752.
Sucedió a su hermano Clotario III en el trono de Neustria y Borgoña, y aunque lo apoyaba el mayordomo de palacio Ebroín, fue expulsado del trono por los partidarios de su hermano Childerico II en el 673, y encerrado en un convento.
Sin embargo en Austrasia fue elegido Clodoveo III, supuesto hijo de Clotario III, que no obstante murió al cabo de un año.
Entonces, Dagoberto II, hijo de Sigeberto III, había sido proclamado rey por los señores austrasios en el 676 y volvió, después del asesinato de Childerico, para hacer valer sus derechos.
Temiendo un enfrentamiento con los grandes señores francos, susceptibles y envidiosos de su poderío, permitió que, bajo su control, Teoderico ocupase el trono del rey de los Francos, pero reteniendo para sí Austrasia.