El movimiento tenentista no consiguió producir resultados inmediatos en la estructura política del país, ya que ninguna de sus tentativas tuvo éxito, pero consiguió mantener viva la revolución contra el poder de las oligarquías, representada en la llamada política del café com leite.
Sin embargo, el tenentismo preparó el camino para la Revolución de 1930, que alteró definitivamente las estructuras políticas en Brasil.
En su gran mayoría, los tenentistas apoyaron este movimiento y, tras la victoria de Getúlio Vargas, varios tenientes fueron hechos interventores (gobernadores).
El tenentismo continuó presente en la vida pública brasilera, aunque existía una división en esa época: una minoría de inspiración izquierdista acompañaba a Luís Carlos Prestes, luego en 1937 la otra división rompe lazos con Getúlio Vargas y pasa a enmarcarse como oposición de derecha, entre los que se hallaban Juracy Magalhães, Juárez Távora y Eduardo Gomes, que se distancian del poder.
El Tenentismo perduró junto con sus ideales hasta que fallecieron sus miembros fundadores, más o menos en los años 1970, muchos de ellos ya retirados del ejército.