Templo Bahaí de Chile

La Casa de Adoración Bahaí de Sudamérica se suma a los otros 8 templos del bahaísmo que existen alrededor del mundo, uno en cada continente, ubicados en Samoa, Uganda, Panamá, Alemania, India, Australia y Estados Unidos.

[2]​ En 1940 llegó a Chile la primera bahaí que estableció su residencia en el país, Marcia Stewart.

En menos de cinco años desde su llegada se habían establecido pequeños grupos bahá’ís en cinco ciudades del país, y fue en aquellos años que la comunidad mundial bahaí determinó que el primer Templo del continente sudamericano se construiría en Santiago.

Los templos bahaíes se caracterizan por contar con nueve lados y asumir una forma circular.

El número 9 es el dígito más alto, razón por la cual los bahaíes lo ven como un símbolo de plenitud y perfección.

[8]​ Según las enseñanzas de Bahá’u’lláh, fundador del bahaísmo, los templos bahaíes se conciben como espacios de oración, razón por la cual en ellos no se realizan ritos, ceremonias o sermones.

El arquitecto encargado fue Siamak Hariri, y el diseño de los jardines estuvo a cargo del paisajista chileno Juan Grimm.

Los bloques fueron cortados a medida y se les dio la curvatura necesaria para el proyecto.

Los visitantes valoran el espacio por su tranquilidad, su vista privilegiada de la ciudad, sus jardines y su inclusividad.

Este Templo continental es un regalo para nuestra sociedad, para nuestra ciudad y para cada uno de nosotros; es un Templo que embellece y enaltece nuestro paisaje, y se constituye en un ícono que estará siempre aquí, en lo alto, recordándonos cuán importante es el encuentro, el respeto y la unidad en la diversidad”[19]​En la misma ceremonia, el Intendente Metropolitano Claudio Orrego manifestó:“Santiago es distinto a partir de ahora por este Templo que se nos regala como ciudad.

[21]​ Rodrigo Guendelman, periodista y fundador de Santiago Adicto, realizó una nota para la televisión en la que afirmó: “Un lugar preciso para meditar, para sentir recogimiento”.

Entre ellos, por ejemplo, se cuentan las visitas de grupos scouts, quienes dedican jornadas completas a ayudar en su mantenimiento.

El Templo, desde su concepto hasta su realización, ha sido reconocido con varios premios y distinciones, entre los cuales destacan (por orden histórico):