La preferencia por mammata se apoya en un pasaje de Plinio el Viejo (35.159), donde aparece empleado este término en relación con los baños.
Su medida es variable en torno al pie y medio de lado (unos 45 cm) o algo más, aunque no hay normalización de ningún tipo, por lo que hay abundantes variantes locales.
Las protuberancias apoyan sobre su superficie, de forma que quede un hueco entre ella y la placa cerámica.
La sujeción se efectúa mediante clavos o vástagos metálicos empotrados en el muro.
Vitruvio, en el pasaje citado más arriba, recomienda el uso de las tegulae mammatae como aislamiento para evitar que se manifiesten las humedades en las paredes.