A diferencia de otras salas más céntricas, como el Teatro Splendid, ésta se ubicó en Rengo, entre las calles Los Carrera y Heras, en un sector que pese a ser actualmente parte del centro comercial de la ciudad, por aquel entonces era una zona más residencial.
En sus alrededores se ubicaban varias confiterías, y su cercanía con el Cerro Amarillo lo convertían en un concurrido paseo penquista.
Desde entonces el interior del teatro ha sido modificado para su nuevo propósito, y los niveles superiores del antiguo teatro se encuentran en continuo deterioro, debido a su abandono y al uso como bodegas que le han dado los mismos comerciantes del mercado.
El edificio fue diseñado por el arquitecto Eduardo Enríquez del P., continuando con la estética arquitectónica del Teatro Splendid, diseñado por Guillermo Schneider, si bien en este caso se abandona el estilo art déco.
Posee líneas simples y elementos decorativos limpios, una fachada simétrica y sencilla, pero en la que destaca una gran marquesina vertical de una pieza que servía como letrero en donde se podía leer el nombre del teatro.