A través de los siglos, los poetas compusieron tankas no sólo para el amor o para conjurar a los dioses, sino sobre la naturaleza y otros asuntos no menos inspiradores.Así se hizo necesario un corpus al que pudiera hacerse referencia y los emperadores empezaron a decretar colecciones y antologías; los estudiosos afirman que esto sucede alrededor del año 700 de nuestra era.Las reglas para construirla son sencillas, y el castellano no se enfrenta a los obstáculos de fondo y forma que tiene el inglés, idioma en el que, después del japonés, más de estas piezas se han escrito.Para quienes han escrito un haikú, este concepto no es muy difícil de entender.En las dos últimas líneas, hay también una relación con la lluvia de la que sólo sabemos gracias al verbo 'escampar'.El árbol, que ama a la mariposa de las alas mojadas, le ofrece cobijo.Al modificar un poco el par de heptasílabos, se pierde por completo la imagen pivotal, la que enlaza las dos unidades rítmicas.Mas en esta segunda parte no hay lluvia, ni explicación alguna del albergue que el árbol le brinda a la mariposa.Este primer ejemplo está escrito a partir de un haikú, lo que no es mala idea.Una tanka así construida, por necesidad se referirá a un instante de la naturaleza.Se ve, en esta estrofa que pertenece a la forma más antigua —por lo general asociada con el amor cortesano—, el pivote aparece también en el tercer verso, aunque en este caso éste sea parte del segundo grupo rítmico —el metaforando es la capacidad que tienen las palabras del ser amado de hacer arder al otro, igual que los besos.
Parece un haiku de Rangyu (1798-1876) y un cuadro de Chikuso (1763-1830)