En paralelo, en 2009 formó la oficina Ortúzar+Gebauer Arquitectos junto a Eugenio Ortúzar, su socio y marido desde ese mismo año.
Ambos se trasladaron desde Santiago a Chiloé; en un principio, este traslado fue por razones laborales, pero luego ambos arquitectos se fueron vinculando más al lugar, lo que les sirvió para comprender su entorno y a su gente.
Para la arquitecta, el habitar constituye el punto de partida en cada obra, y como esta se relaciona con su exterior.
La arquitectura es considerada como un elemento detonante en donde desde lo mínimo se puede alcanzar la nobleza.
[2][3]Gebauer ha manifestado su reflexión en torno a las problemáticas que envuelven la arquitectura y la posición de las mujeres en el ejercicio de esta profesión; para ella, es en la obra de construcción donde más se experimentan las diferencias del trato por ser mujer arquitecta: "Creo que realmente sentí que era tratada en forma diferente en mi profesión estando embarazada.