[1] Más tarde, griegos y romanos consideraron a Horus como el dios del silencio.
Esto se originó por una malinterpretación del jeroglífico que relacionaba a Horus con Isis y Osiris.
Afrodita le dio una rosa a su hijo Eros, el dios del amor; él, a su vez, se la dio a Harpocrates, el dios del silencio, para asegurarse que las indiscreciones de su madre (o de los dioses en general según otras fuentes) no fueran divulgadas.
[2] En los techos de las salas de banquete romanos se pintaban rosas como recordatorio de que las cosas dichas bajo la influencia del vino (sub vino) también debían permanecer sub rosa [3] En el simbolismo cristiano, la expresión “sub rosa” tiene un lugar especial en las confesiones.
Proviene originariamente de las fuerzas especiales canadienses y norteamericanas, este significado gradualmente se ha extendido a otros países, en especial a Gran Bretaña.