[1] La ciudad, rodeada de ricas tierras de cultivo, creció conectando la ciudadela real y el casco antiguo medieval con sus comerciantes,[2] el Puente Viejo y el puerto.
Las fortificaciones continuaron siendo militarmente estratégicas durante las protestas jacobitas en el siglo XVIII.
[cita requerida] Económicamente, los puertos en el río Forth sostuvieron el comercio, incluyendo el intercambio de té con la India y madera con países Bálticos.
La llegada del ferrocarril a la ciudad disminuyó el comercio fluvial, porque el puente construido para el paso de trenes resultaba un obstáculo para los barcos y la navegación resultaba más difícil.
Para mediados del siglo XX, el puerto dejó de funcionar.