Cuando la persecución de Diocleciano llegó a Campania, Sossio figuró entre los primeros cristianos en ser encarcelados, siendo llevado a la cercana Pozzuoli y torturado para que renegara de la fe.
El obispo Jenaro de Nápoles, quien tenía con Sossio un fuerte vínculo de amistad y tal vez parentesco, aún sabiendo que se exponía a un grave peligro, fue a visitarlo a la cárcel junto a los diáconos Desiderio y Festo; en esa ocasión, el mismo Jenaro y sus compañeros fueron arrestados por los soldados del gobernador de la ciudad, que los reconocieron en el camino.
Por eso, fueron llevados al Forum Vulcani (la Solfatara) y decapitados el 19 de septiembre de 305, junto a Próculo, diácono de Pozzuoli, y a los laicos Eutiquio y Acucio, quienes habían criticado la condena impuesta a los cuatro.
Gracias a ellos, el culto de San Sossio se extendió por Campania, Lacio y hasta África.
[12] San Sossio da el nombre a la comuna francesa de Saint-Sozy.