Bermúdez trabajó como tanatóloga forense del Instituto por 36 años desde 1978, donde actualmente es pensionada,[1] y ha realizado más de 5 000 necropsias.
[3] Sonia empezó a hacer autopsias en los años 80, cuando en la morgue de Riohacha llegaban cadáveres que nadie reclamaba y víctimas desfiguradas del conflicto interno de Colombia que eran irreconocibles.
Al principio ella enterraba a los muertos en el suelo y después los exhumaba, pero desde 2007 empezó a construir bóvedas de cemento, donde además de recoger y transportar los cuerpos en su camioneta los prepara, los sepulta y hasta los llora en compañía de los seres queridos.
Sonia ha recibido a más de 600 fallecidos desde que inició con el proyecto, en al menos 30 años.
[3] Por su labor ha recibido reconocimientos públicos por parte del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), organización que le ha donado cemento y ladrillos para que pueda continuar agregando bóvedas a su cementerio.