El sistema nervioso de los insectos se divide en sistema nervioso central, que inerva los apéndices y los órganos sensoriales, y sistema simpático o vegetativo, que inerva los órganos internos (aparato digestivo, reproductor, etc.)[1][2][3] El sistema nervioso central consiste de un cerebro (o ganglio supraesofágico) colocado en la cabeza encima del esófago, un ganglio subesofágico conectado al cerebro por dos comisuras que se extienden a ambos lados del esófago y de una cadena ventral de nervios que se extiende desde el ganglio subesofágico hasta el final del cuerpo.
Un insecto puede seguir viviendo varios días y aun semanas después de ser decapitado mientras no sufra deshidratación.
El sistema simpático terminal cuando existe inerva el proctodeo o parte final del aparato digestivo y los órganos reproductores.
Hay órganos que perciben estímulos mecánicos, químicos, visuales, auditivos y de otros tipos.
La diferencia entre estos es que el gusto se percibe en contacto y los olores a distancia.