Dejó de lado este proyecto para dedicarse a crear In the South, su Sinfonía n.º 1 y su Concierto para violín.
Ideas rechazadas de esta última obra y esbozos anteriores se unieron al material con el que Elgar trabajó para completar la pieza.
De hecho, como me ha dicho a menudo, es el clímax lo que invariablemente establece primero.
Sobre este poema le escribió a Ernest Newman: «Mi actitud hacia el poema, o más bien hacia el espíritu del deleite, fue un intento de dar al espíritu reticente una pista (con retrospecciones suficientemente tristes) de lo que nos gustaría tener.»[2] La naturaleza más personal de esta obra queda clara en una carta a su amiga y confidente Alice Stuart-Wortley, en la que Elgar afirma: «He escrito mi alma en el concierto, la Sinfonía n.º 2 y la Oda y tú lo sabes... en estas tres obras me he mostrado a mí mismo.»[8]El maestro, por lo general frívolo incluso con sus creaciones más ambiciosas, habló con el corazón sobre esta pieza.
Desde el punto de vista armónico a menudo se roza la ambigüedad tonal.
Elgar tiende a hacer hincapié en la dicotomía tónica-subdominante en lugar de la dominante más común.
La exposición se abre con el tema principal, conocido como "Spirit of Delight" o "espíritu del deleite", en tónica y sin fanfarria alguna.
Un pequeño pasaje puente conduce al segundo tema, una melodía melancólica entonada por las cuerdas de carácter tan misterioso e inquietante como un alma perdida.
Elgar insistía en que la primera entrada del segundo grupo temático se tocara religiosamente en pianissimo sin sacrificar la expresión dictada.
Las violas ejecutan una sutil figura de acompañamiento consistente en una negra que asciende diatónica y cromáticamente hasta una corchea.
Esta figura parece sin relevancia; pero más tarde se convierte en una parte fundamental del episodio heroico (m.e.
42) que permite al público recuperar el aliento antes de sumergirse en la siguiente sección.
Pero Michael Kennedy, entre otros, cree que también es una expresión más personal del dolor de Elgar que había perdido a sus amigos íntimos August Johannes Jaeger y Alfred Edward Rodewald mientras trabajaba en esta composición.
Estructuralmente responde a una forma sonata sin desarrollo y se caracteriza por su manipulación de las expectativas modales.
[13] Se abre con una introducción de siete compases que expresa un doliente lamento con suaves acordes en las cuerdas.
Esta transición modula al segundo tema en fa menor, que arranca con un episodio lírico pero tenue de las cuerdas en el 71.
Luego, como si Elgar hubiera perdido su sentido de la moderación, oímos un aumento de la dinámica, un incremento del tempo y una partitura más imaginativa que conduce a un triunfante clímax en fa mayor en los metales, marcado "Nobilmente e semplice" (m.e.
88, un extenso acorde de dominante que se resuelve en un cálido y lúgubre retorno al do menor (m.e.
Aunque Elgar lo etiquetó como rondó, no se ciñe en absoluto al prototipo típico de esta forma.
Este tema se repite en piano en los primeros violines con solos intercalados de las maderas.
El material inicial vuelve fragmentado, atravesando una serie de secuencias armónicas y desembocando en la entrada del tercer tema (m.e.
Este clímax aterrador y palpitante también fue descrito por Elgar como el latido en la cabeza durante una fiebre.
[4] El episodio pasa aparentemente desapercibido, desvaneciéndose antes de la recapitulación del material anterior, que concluye con una triunfante cadencia en do mayor.
142) pasa a la dominante de si bemol mayor y está marcado Nobilmente al igual que la sección culminante del Larghetto.
La partitura exige un si que dure sólo un compás, pero en una ocasión el trompetista Ernest Hall mantuvo la nota dos compases enteros.
Poco después se quejó a W. H. Reed diciendo: «¡Se sentaron allí como cerdos disecados!».
[23] La sinfonía tardó en ganar aceptación, no siendo interpretada por segunda vez por la Orquesta Hallé, por lo general muy favorable a la música de Elgar, hasta 1926.
La Royal Philharmonic Society tocó la obra en 1916 y no volvió a interpretarla hasta siete años después.
Esta grabación fue publicada originalmente en discos fonográficos de 78 rpm., se reeditó posteriormente en LP y más tarde en CD.
No se realizaron más grabaciones hasta dieciocho años después, en 1944, con Adrian Boult y la Sinfónica de la BBC.