Con las tetas grandes y reutilizadas, Catalina empezó a vivir una época de falsa prosperidad.
El joven pasaba por su casa todos los días a preguntar si había regresado o al menos llamado, pero doña Hilda le respondía siempre de la misma manera: "No ha dado señales de vida".
Sus implantes de silicona le generaron una alergia terrible que la obligó a retirárselos.
Como su fuera poco, el cirujano le prohibió operarse antes de dos años, ya que pondría en riesgo su vida.
Su hermano Bayron fue baleado por la policía y su madre quedó embarazada de su novio Albeiro.
En un instante viajó por su vida con asombrosa nitidez y se entregó a la muerte.
Con Catalina murieron sus demonios, pero crecieron y se fortalecieron los de Yésica, La Diabla.