Simeón el Loco
[3] A los treinta años, acompañado por su amigo Juan de Edesa, Simeón hizo los votos monásticos en el monasterio del abad Gerásimo.[3] Su comportamiento no era nada convencional, por ejemplo entraba en la ciudad arrastrando un perro muerto, o una vez apagó las lámparas del templo y le lanzó nueces a las mujeres; con estas extravagancias llevó a muchos al arrepentimiento, salvando sus almas del pecado, aunque muchos también le insultaban por ello e incluso llegaban a castigarle físicamente, lo cual él soportaba con paciencia.Sanaba enfermos y expulsaba demonios con sus oraciones, predicaba el Evangelio, alimentaba al hambriento y ayudaba a muchas personas, aunque muchas de sus buenas obras eran hechas en secreto.Mientras se transportaba su cuerpo, varias personas dijeron haber escuchado cánticos sobrenaturales.[5] En español existe una traducción debida a José Simón Palmer, incluida en el volumen Historias bizantinas de locura y santidad.