Los primeros registros de la silla monobloque datan de 1967, como una creación del diseñador italiano Vico Magistretti, inspirado en un diseño del arquitecto Joe Colombo.
Desde entonces, millones se han fabricado en países como Rusia, Taiwán, Australia, México, Estados Unidos, Italia, Francia, Alemania, Marruecos, Argentina, Turquía, Israel y China.
La silla monobloque lleva este nombre porque es moldeada por inyección a partir de polipropileno termoplástico.
Los gránulos se calientan a unos 220 grados Celsius, y el plástico fundido es inyectado en un molde.
Las sillas cuestan alrededor de US$3 para ser producidas, haciéndolas accesibles en todo el mundo.