Según el Aitareia-bráhmana (7.13-18), el rey Jarischandra (cuyo sacerdote era Vishuá-Mitra) no podía tener hijos, lo cual era considerado una terrible vergüenza.
Entonces hizo un voto para obtener un hijo que luego sacrificaría al dios Váruna.
El joven príncipe pasó seis años sin encontrarse a nadie, hasta que halló una ermita de un pobre brahmán y rishi (sabio vidente) llamado Ayígarta, que tenía tres hijos.
[2] Quien pedía el sacrificio era Ambarisha, rey de Aiodhiá, y la víctima humana fue robada por el dios Indra.
Cuando iba a ser asesinado en medio del iagñá (‘sacrificio de fuego’), Visuá-Mitra lo salvó, al enseñarle una oración al dios Agní y dos himnos a los dioses Indra y Visnú.