Felice de Nicola nació en Montegranaro en una pobre y piadosa familia.
En su juventud trabajó como leñador, una ocupación que le dio mucho tiempo libre para la oración y otros ejercicios de piedad.
Se distinguió por su sencillez afectiva, mortificación, y obediencia, así como la caridad que, con los pobres no tenía límites.
Su tumba está en el convento de los Capuchinos en Ascoli.
Una iglesia en San Lorenzo Nuovo está dedicada a él.