El Senado de Milán fue uno de los más potentes tribunales de máxima instancia a nivel europeo, tan temido y prestigioso como para tener voz y voto en las distintas dominaciones que gobernaron Milán en el curso de tres siglos, del siglo XVI al XVIII.
Su deseo era, una vez derrotado Ludovico il Moro y presentadas sus pretensiones sobre el ducado milanés en calidad de descendiente de Valentina Visconti, reorganizar el sistema judiciario según las nuevas exigencias gobernativas.
El nuevo y potentísimo órgano, llamado Senatus y que sustituía tanto al consilium secretum como al consilium iustitiae de sello visconteo-sforzesco, obtuvo una vasta serie de prerrogativas, muy superiores a la de las dos instituciones que sustituía.
Con el tiempo, sin embargo, el número de senadores fue aumentando y ya en 1535, con el paso definitivo paso de Milán a la órbita del Imperio, se había incrementado a 27 más el presidente.
Había además nueve caballeros, cinco prelados y trece jurisconsultos, éstos último todos lombardos, sefún la voluntad del último Sforza, Francisco II.