La semelparidad y la iteroparidad son dos posibles clases de estrategias reproductivas disponibles para los organismos vivientes.
Al describir este fenómeno en las plantas se utilizan los términos paralelos monocarpismo y policarpismo.
Las plantas perennes viven por más de una estación y son normalmente (pero no siempre) iteróparas.
Muchos organismos considerados semélparos pueden, bajo ciertas condiciones, separar su única oportunidad de reproducción en dos o más episodios.
La semelparidad también ocurre en los eperlanos y los capelines, pero es una característica inusual entre los vertebrados distintos a los peces óseos.
Las plantas semélparas longevas incluyen el agave amarillo, Lobelia telekii, y algunas especies de bambú.
El organismo dedica todos sus recursos a aquel único episodio de reproducción, y entonces muere.
Una vez más, los modelos matemáticos no han encontrado soporte empírico de los sistemas en el mundo real.
En su análisis, Cole supuso que no había ninguna mortalidad entre los individuos de la especie iterópara.
Veinte años más tarde, Charnov y Schaffer mostraron que diferencias razonables entre la mortalidad juvenil y adulta producían costos mucho más razonables en el caso de la semelparidad, prácticamente resolviendo la paradoja de Cole.