Sel

Se entiende por sel a un terreno acotado en forma circular definido por una piedra central, terreno comúnmente destinado a pasto y sesteo del ganado.[1]​ Los seles se extendieron en España, al menos, por toda la Cornisa Cantábrica, aunque se conocen seles incluso en Extremadura y Castilla-La Mancha.[2]​ Su origen es desconocido, aunque por lo general se acepta que la figura del sel surgió en el marco de una economía pastoril, en una organización basada en montes, pastos y terrenos comunales.[2]​ Los primeros testimonios escritos en los que se mencionan con los seles aparecen en el siglo IX en Cantabria.El geógrafo José Ortega Valcarcel señala la importancia de estos espacios colectivizados como un componente territorial clave en regiones como Cantabria, por cuanto su utilización ganadera extensiva exigía la gestión mancomunada de los montes de las tierras altas y de las tierras bajas y litorales: