El camino hacia Xibalbá estaba plagado de peligros; escarpado, espinoso y por completo prohibido para los extraños.
Ahalganá y Ahalpuh tenían como tarea hinchar a los hombres, hacer que las piernas le supuraran y teñirles de amarillo el rostro, a este último padecimiento se le conocía como chuganal.
Ahaltocob y Ahalmez tenían como oficio ocasionar desgracias a los hombres que se dirigían hacia su hogar.
Por último, estaban Xic y Patán que eran los responsables de causar la muerte a los que andaban por los caminos, este tipo de fallecimientos se reconocían con facilidad ya que el lugar estaba lleno de la sangre que había vomitado el desafortunado, tras serles estrujados pecho y garganta por estos señores.
Los hermanos simularon obedecer y decapitaron a los dioses pero no recompusieron sus cuerpos con lo que los derrotaron para siempre y permitió triunfar al bien sobre el mal.