La ciudad es conocida principalmente por ser origen de la ginebra, por su centro histórico con canales, y por poseer los molinos más altos del mundo.
El dique, como en otras ocasiones, provocó enseguida una notable actividad comercial, ya que los productos transportados con destino a Delft, y también Leiden y Haarlem, debían pasar por él.
En el siglo XV floreció la devoción por santa Liduvina, que había vivido en la ciudad.
La ciudad ha ido adquiriendo también interés turístico, gracias a la belleza de su centro histórico.
Ese mismo año se abrió el renovado museo de la ciudad.