La savia (del portugués seiva, este del francés sève, y este del latín sapa “vino cocido”, “arrope”) es el fluido o líquido que circula por los vasos de las plantas pteridofitas y fanerógamas y del cual toman las células las sustancias que necesitan para su nutrición.
[1] La savia transportada por el xilema (denominada «savia bruta») consiste principalmente en agua, elementos minerales, reguladores de crecimiento y otras sustancias que se hallan en disolución.
En el siglo XX existió una gran controversia acerca del mecanismo de transporte de la savia bruta en la planta; actualmente, se considera que toda la evidencia sustenta la teoría de la cohesión-tensión.
La savia elaborada es transportada mediante el floema de forma basípeta (desde su lugar de formación, hojas y tallos verdes, hacia la raíz) y está compuesta principalmente por agua, azúcares, fitorreguladores y minerales disueltos.
Se la utiliza para estabilizar flores, hojas y ramitas; conservando su aspecto natural para la elaboración de ramos y otros arreglos florales.