Sin embargo, mientras progresaba su desarrollo, una serie de defectos del diseño se fueron haciendo cada vez más evidentes.
Principalmente, como pasó con los interceptores impulsados por motores cohete fabricados en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, el alcance y autonomía estaban seriamente limitados debido al gran consumo de combustible de dichos motores.
Sin embargo, el desarrollo de motores a reacción avanzaba a pasos agigantados, por lo que nuevos modelos de estos, más eficientes y poderosos, pronto estuvieron disponibles para hacer tales aviones más prácticos.
Se esperaba que la autonomía conseguida permitiese al SR.177 realizar otras misiones, como reconocimiento y bombardeo táctico.
Inclusive cuando Heinkel estaba preparando sus instalaciones para la fabricación de los aviones bajo licencia en Alemania, el gobierno alemán retiró su apoyo y finalmente decidió adquirir aviones estadounidenses Lockheed F-104 Starfighter junto con otros gobiernos europeos, en lo que se conoció como el «Trato del Siglo».