Sus primeros años fueron difíciles porque tenía reumatismo articular, especialmente en las rodillas, por lo que no pudo jugar ni hacer actividades propias de su edad.
Cuando tenía sólo 9 años fallece su padre, lo cual le causa un gran dolor.
Desde niña siente el llamado a dedicarse a las misiones, intentó en varias ocasiones ingresar en varios institutos religiosos, pero su quebrantada salud no se lo permitió.
[3] Junto a varias compañeras que se unieron a la obra, y con la colaboración del sacerdote dominico Enrique Alberto Higuera Barrera, dio inicio a la Congregación de las Dominicas Hijas de Nuestra Señora de Nazareth.
[1] Su cuerpo descansa en la casa madre de su congregación en Bogotá.