La madera se caracterizaba por su aroma, lo que llevó a que fuera muy popular en la fabricación de imágenes religiosas y cajas de reliquias.
El último ejemplar de sándalo fue visto en un barranco junto con ejemplares de Nothomyrcia fernandeziana, Fagaza maya, Drimus confertifolia y Coprosoma pyrifolia.
La sobreexplotación del sándalo, debido a que su madera aromática y valiosa era enviada al Perú, provocó que ya en 1740 esta especie se volviera rara en el archipiélago.
Además, las cabras silvestres habían contribuido significativamente a la disminución de la especie.
En 1908 Carl Skottsberg fotografió el último árbol de sándalo existente.