Los franciscanos construyeron una capilla en honor de la Patrona del pueblo, la Señora Santa Ana.
Su coronación pontificia fue concedida por Su Santidad Juan Pablo II el 29 de mayo del 2004.
Fue recibido por una india de nombre Justina o Agustina (quien ya se había convertido al catolicismo) y que era la única curandera del poblado.
Justina cuidó al fraile hasta su muerte, después de la cual la india tuvo que hacerse cargo de la imagen que el ermitaño traía consigo.
Atribuyó este hecho a una señal milagrosa y notó que cuando el rostro cambiaba a moreno, sin luz y trigueño era señal de que el enfermo moriría inevitablemente.
[cita requerida] Estos hechos se repitieron con tranquilidad hasta que Justina fue llamada por las autoridades eclesiásticas para comprobar los sucesos, que hoy día son considerados como los grandes milagros de Ntra.
Con el tiempo la india Justina murió y los pobladores optaron que la imagen fuera llevada a la capilla del hospital que se encontraba frente al templo de la Señora de Santa Ana, quien fuera patrona principal del pueblo.
En 1700 la imagen fue trasladada al templo donde se encontraba la Señora Santa Ana.