Así, adquirió en propiedad estas tierras y fundó en 1889 el Ingenio Santa Ana.
La fábrica trajo el despertar de la economía agrícola e industrial en la zona y creció hasta ser la mayor en Tucumán en 1895.
El Banco Nación evitó el cierre del ingenio adquiriéndolo en diciembre de 1932, recién en octubre de 1940 se hizo cargo definitivamente e inicio un eficiente ordenamiento técnico.
Las vías férreas y alambrados fueron adaptados a las necesidades del establecimiento.
Además se creó una Estación Experimental para estudio y orientación de los agricultores locales.