Sansón de Córdoba
Se dedicaba también a debatir de teología con cristianos, judíos y musulmanes con buena labia y esto al parecer le provocó tener rivales que cuestionaban su doctrina teológica.Siendo declarado hereje, Sansón fue desterrado de Córdoba, perdió la dignidad sacerdotal y se le prohibió ocupar cargos clericales.Dicha campana se conserva en el Museo Arqueológico de Córdoba y Simonet transcribe la dedicación: «Offert hoc munus Samson abbatis in Domum Sancti Sabastiani Martiris Christi.[2] Se conservan unos Carmina (poemas), concretamente tres epitafios, que dedicó al abad Ofilón, restaurador del monasterio de Samos en Galicia en el año 861; al abad Atanagildo, a quien Álvaro de Córdoba dirigió una epístola alrededor del año 861; y a un presbítero llamado Valentiniano o Valentiano.Posteriormente Sansón volvió a ser abad, tal y como se le denomina en su epitafio, escrito por Cipriano de Córdoba.