Doña Jimena era pretendida por un primo, Ordoño Fruelaz, quien ansiaba heredar el reino ante la falta de descendencia del rey casto[2] Ordoño los sorprendió una noche, avisó al rey, quien confinó a su hermana, de por vida, en un convento.
Saldaña, que se vengó matando en un duelo a su delator, fue preso en el castillo de Luna, donde le arrancaron los ojos con fuego.
Carpio, a su vez, ignoraba quién era su padre y dónde estaba, hasta que fue alertado por unos cortesanos.
Sin embargo, pese a la victoria de los astur-leoneses en Roncesvalles, el rey no cumplió lo acordado, y Carpio optó por desterrarse en Salamanca, donde siguió combatiendo a los moros, como alcaide del castillo de Carpio[3], y se alzó en rebeldía.
No obstante, cuando Carpio pudo encontrarse con Don Sancho en el Castillo de Alba, éste ya estaba muerto.