[1] Es una de las sales del ácido tartárico.
Se obtiene por la acción del hidróxido sódico sobre el crémor tártaro bruto, que es un subproducto de la industria vinícola.
En 1824, Sir David Brewster demostró efectos piezoeléctricos utilizando sal de La Rochelle,[1] decidiendo nombrar el efecto piroelectricidad.
Es un compuesto estable que no se altera por el paso del tiempo si se respetan estas condiciones de almacenamiento.
El producto tiene una tendencia a aterronarse; no es aconsejable un almacenamiento prolongado, sobre todo para las granulometrías más finas.