Originariamente significaba el lapso de tiempo entre un suceso (por ejemplo, la fundación de una ciudad) y el momento en que hubiera muerto toda persona viva durante ese suceso.
En el segundo siglo antes de Cristo, los historiadores romanos ya empleaban el saeculum para datar sus crónicas y guerras.
En 17 a. C., César Augusto organizó los Ludi saeculares ("juegos del siglo") por primera vez para celebrar el "quinto saeculum de Roma".
Emperadores posteriores como Claudio y Septimio Severo celebraron el paso de los saecula mediante juegos a intervalos irregulares.
Durante la Edad Media, fue utilizado el término por parte de la Iglesia Católica para distinguir entre los sacerdotes vinculados a las órdenes religiosas y que se encontraban en monasterios y otras instituciones dedicadas principalmente a la contemplación y la adoración de Dios, de aquellos que servían en parroquias locales y tenían vocaciones seculares, esto es, relacionadas con asuntos considerados mundanos.