[5] Lo más habitual es que se deba a un traumatismo físico, como una fractura ósea (hasta el 75% de los casos) o una lesión por aplastamiento, pero también puede ser causada por un esfuerzo agudo durante la práctica deportiva.[1] Las actividades más comunes que desencadenan el síndrome compartimental crónico son correr y montar en bicicleta.[1] Otras afecciones que pueden presentarse de forma similar son las fracturas por estrés y la tendinitis.[5] Si no se trata, el síndrome compartimental agudo puede dar lugar a la contractura de Volkmann.[16][8] Los síntomas del síndrome compartimental crónico por esfuerzo, (CECS por sus siglas en inglés), pueden consistir en dolor, tensión, calambres, debilidad y disminución de la sensibilidad.El CECS se produce con mayor frecuencia en la parte inferior de la pierna, siendo el compartimento anterior el más frecuentemente afectado.[20] A gran escala, esto puede causar la contractura de Volkmann en las extremidades afectadas, un proceso permanente e irreversible.[21] Otras complicaciones notificadas incluyen déficits neurológicos del miembro afectado, gangrena y síndrome de dolor regional crónico.En raras ocasiones, el SCA puede desarrollarse tras una lesión relativamente leve, o debido a otro problema médico.[23] La parte inferior de las piernas y los antebrazos son los lugares más frecuentemente afectados por el síndrome compartimental.También pueden verse afectadas otras zonas del cuerpo como el muslo, la nalga, la mano, el abdomen y el pie.[26][27] Los pacientes que reciben terapia anticoagulante tienen un mayor riesgo de sangrado en un compartimento cerrado.[30][31] No suele ser una emergencia, pero la pérdida de circulación puede causar daños temporales o permanentes a los nervios y músculos cercanos.[32] Esta afección se produce comúnmente en la parte inferior de la pierna y en otros lugares del cuerpo, como el pie o el antebrazo.La presión sigue aumentando debido a la naturaleza no compatible de la fascia que contiene el compartimento.El hormigueo y la sensación anormal (parestesia) pueden comenzar tan pronto como a los 30 minutos desde el inicio de la isquemia tisular y el daño permanente puede producirse tan pronto como a las 12 horas desde el inicio de la lesión incitante.[16] Los métodos no invasivos de diagnóstico, como la infrarrojoscopia cercana (NIRS), que utiliza sensores en la piel, resultan prometedores en entornos controlados.Sin embargo, con datos limitados en entornos no controlados, la presentación clínica y la presión intracompartimental siguen siendo el patrón de oro para el diagnóstico.Los estudios de imagen (radiografía, TC, RM) pueden ser útiles para descartar los diagnósticos más comunes.[39] Debe retirarse cualquier compresión externa (torniquete, yesos ortopédicos o apósitos aplicados en la extremidad afectada).Este procedimiento quirúrgico se realiza dentro de un quirófano bajo anestesia general o local.[16] Existen múltiples técnicas para el cierre del sitio quirúrgico, incluyendo la asistida por vacío y la de cordón.Aplicar hielo en la zona puede provocar una mayor constricción de la fascia y no se recomienda hacerlo antes del ejercicio.Debe evitarse el uso de dispositivos que apliquen presión externa a la zona, como férulas, yesos y vendajes apretados.El factor pronóstico más importante en las personas con síndrome compartimental agudo es el tiempo transcurrido hasta el diagnóstico y la posterior fasciotomía.[23] En las personas con un diagnóstico erróneo o tardío del síndrome compartimental agudo, puede ser necesaria la amputación de la extremidad para sobrevivir.
Uso de un injerto de piel para cerrar una herida de fasciotomía.