Rosmunda Pisaroni

Al año siguiente cantó en Verona y en la temporada 1812/13 en el teatro Municipale de Piacenza en donde fue protagonista de dos óperas del maestro piacentino Giuseppe Nicolini: Traiano in Dacia y Carlo Magno.

Su éxito en su ciudad natal fue tal que provocó incluso el nacimiento de un dicho popular.

No podrás nunca usarla completamente si sigues manteniendo la tesitura de soprano".

Ya en 1817 regresó a la escena en el mismo San Agostino de Padua que la viera exhibirse y en donde Meyerbeer escribió para ella “Romilda e Costanza”.

El escándalo llegó a tal punto que la policía debió intervenir, tomando detenidos y calmando la situación.

En 1823 debutó en Lucca y en el otoño del mismo año en el Teatro degli Avvalorati de Livorno donde regresó hasta 1832.

Rossini la quiere en su nuevo intento de llevar al éxito a su Semiramide que años atrás había tenido una mala recepción en su debut en Venecia.

La anécdota cuenta que la Pisaroni atacó su “Eccomi alfine in Babilonia” dando la espalda al público para que no pudiesen ver su rostro desfigurado por la viruela, su canto y la potencia de su voz produjo tal embrujo en la audiencia que para cuando cantaba la cavatina ya tenía a toda París a sus pies.

Una vez que ya tenía su favor, se animaba a mostrar el rostro.

Rosmunda Pisaroni