A menudo el rōnin por nacimiento soñaba con demostrar su valía para poder jurar lealtad con un clan, convirtiéndose así en un verdadero y auténtico samurái.
Más a menudo los rōnin eran enviados en ciertas misiones con la promesa de la admisión, para luego negársela basándose en algún tecnicismo.
Quien no respetaba el código era "por su cuenta" y estaba destinado a sufrir una gran vergüenza.
La indeseabilidad del estatus de rōnin era principalmente una discriminación impuesta por otros samurái y por los daimyō, los señores feudales.
Algunos rōnin —generalmente los que carecían de dinero— solían llevar un bō, un jō o un yumi (arco).