Allí fue discípulo, compañero y amigo del poeta, calígrafo e historiador japonés Aizu Yaichi.
Poco después de iniciar su aprendizaje cinematográfico fue reclutado por el Ejército Imperial Japonés durante la Segunda Guerra Mundial y enviado a Manchuria.
[1][2] En Manchuria, la brutalidad del ejército reforzó su desprecio preexistente por la institución y marcó sus fuertes valores antiautoritarios.
[1] Debutó como director en 1952, con la cinta melodramática La juventud del hijo (Musuko no seishun).
Aquí empieza a vislumbrarse la temática pacifista y antimilitarista que le acompañará el resto de su carrera.
Entre sus películas se incluye El más allá (1964) (Kwaidan), una colección de cuatro historias sobre fantasmas extraídas del libro Kwaidan: Stories and Studies of Strange Things (1903) escrito por Lafcadio Hearn.
[1] Esta obra marcó la senda de películas que reflejarían el lado no épico de las guerras, influenciando en autores no japoneses como Stanley Kubrick, Francis Ford Coppola, Clint Eastwood, etc. Es autor de Harakiri (1962), un extraordinario alegato antimilitarista ambientado durante el Período Edo y el Shogunato Tokugawa, que pone en evidencia la crueldad del feudalismo japonés y el absurdo del código de los samuráis, y en definitiva, del mal entendido «honor» humano.