El romance recrea un diálogo entre Juan II de Castilla y el moro Abenámar.
Se compone, este romance, de cuarenta y seis versos que pueden dividirse en tres partes La primera parte (versos 1-10) abre el poema con la presentación del personaje, aquí se resaltan las manifestaciones naturales que hacen especial a este personaje.
Resalta, y esto hace de este romance algo especial, la poca insistencia en la descripción de los palacios, torres y jardines, sólo en su valor único, enfatizado por la alusión al orfebre y por el intercambio que el rey-galán entregaría a la ciudad-mujer: de un elevado valor pero que no están a la altura.
Este elemento llama poderosamente la atención porque en conjunto crea una metáfora central que organiza el poema con sutileza, sensualidad e ironía (en la respuesta de la Granada-mujer, al replicar al pretendiente que es esposa feliz).
Así el rey de Castilla no es únicamente un rey conquistador que emprende una operación militar, sino también es un hombre que desea poseer algo maravilloso y teme no lograrlo.