Fundó la «escuela vibrante o iriso-subversiva de Chicago», para dar importancia a su grupo artístico y, sobre todo, para inspirar confianza a los editores de imágenes religiosas.
De hecho, para vivir fabricaba viacrucis y otros objetos religiosos que pintaba en serie con unos amigos.
En seguida, los poetas y compositores que se reunían en Le Chat Noir atrajeron a la mejor clientela de París.
Se le ocurrió la idea de tocar música en su cabaret y puso un piano,[6] innovación poco menos que prohibida entonces, lo que le permitió adelantarse a la competencia.
Escribe Laurent Tailhade: En la década de 1890 comenzó una gira por toda Francia, alquilando los teatros y los locales donde actuaba —algo que no se hacía en aquella época—, cobrando siempre la entrada y a menudo evitando pagar, con diversos pretextos, el precio del alquiler de la sala.