Rockdrigo en vivo en el café de los artesanos

Rodrigo llegó el viernes por la mañana a la central camionera donde fue recibido por los chilenos que lo contrataron: Sara, Carepa y su hija.

No estoy seguro, pero es probable que a Rodrigo lo contactaran por medio de Gabino Palomares, con quien hubo buena relación desde que el otro chileno, Ismael Durán, abrió y mantuvo la primera peña, El Caminero, en el costado norte del jardín de San Marcos, desde 1982, relación que heredaron para Los Artesanos.

Resultarían ser las dos únicas peñas "en el sentido estricto del concepto" que hubo en la ciudad.

Sara y Carepa en Los Artesanos no pasaron por momentos tan malos como sí sucedió a Ismael en El Caminero, cuando en los muros del negocio llegaron a pintar "comunistas de mierda", o bien "rojos fuera de Aguas".

En 1982 primero llegó Ismael con su esposa, una norteamericana que de la cual no recuerdo el nombre, y sus hijos.

La represión física e ideológica en Chile, su calidad de asilados, las necesidades de organización para ofrecer resistencia política desde el exterior contra Pinochet y banda, los puso en contacto con organizaciones civiles que les ofrecieron apoyo, sobre todo económico, gracias al cual pudieron sobrevivir -y, presuntamente, realizar otras actividades políticas de mayor envergadura, de las cuales no tengo evidencia, aunque sí sospechaba.

Cuando llegaron los chilenos, la juventud local con un poco de información y conciencia de lo que significa una dictadura militar se solidarizó con ellos, cooperaron para que se instalaran e hicieran algo para sobrevivir.

Frente al local pasaron los chilenos con Rodrigo cuando lo llevaban a la casa para que desayunara y ponerse de acuerdo dónde habría de hospedarse, pero creo que no hubo acuerdo alguno.

No supe si los chilenos enviaron a Rodrigo la copia de la grabación que yo les entregué para ello, luego de los dos o tres meses que Concho, el paciente ayuda de Dávila, tardó en limpiar la grabación original y hacer las copias en casete: una para mí y otra para el músico.

Yo andaba para arriba y para abajo con Rodrigo, salvo en ratos, y cuando volví a verlo el segundo día, luego de dejarlo en el mercado para que desayunara birria, lo vi entretenido con la viejita ciega que todavía "toca" por el andador de la Juárez con guitarra y armónica...

Supongo que eso pudo ser mi mejor contribución al sitio.

Alcancé a garrapatear algo para corregir varias patrañas que habían conseguido arañando aquí y allá.

Por último, como Rodrigo no se puso de acuerdo con los chilenos sobre dónde habría de hospedarse, ni le dieron con qué hacerlo en algún lugar, ni se podía quedar con Cesar y Juana Celia, lo único que quedó fue que yo le diera asilo, y se quedó en el departamento de la avenida Madero que entonces rentaba en sociedad con Luis Zárate, un cuate amante del ron que en varios sentidos ayudó a Ismael Durán a conseguir permisos y rentar departamento.