Se ordenó sacerdote, volviendo a servir en su provincia de Gargrave, donde fue el rector.
En la provincia, los monjes fueron conocidos por su caridad, austeridad, y dedicación a la estricta vida benedictina.
Durante su mandato en la abadía, tres colonias de monjes fueron enviadas a fundar nuevos monasterios.
Este, celoso del santo, acusó a Roberto de tener interés por una mujer del pueblo, así que tuvo que ir al extranjero (1147-1148), para defenderse ante San Bernardo.
Ambos se hicieron amigos y San Bernardo le dio su cinturón, que hoy es considerado milagroso.