Unos meses después fue elegido póstumamente para entrar en el Salón de la Fama del Béisbol.
En su juventud practicó con éxito el atletismo, en las especialidades de jabalina y distancias cortas, pero fue el béisbol el que más llamó su atención.
Paso los años, Clemente demostró ser un pelotero completo en diferentes aspectos del juego.
[8] Probablemente fue la defensiva su faceta más recordada: cubriendo el jardín derecho hizo espectaculares atrapadas, ya sea saltando o tirándose al engramillado;[5] a estas cualidades se agregaba un poderoso brazo con el que hizo espectaculares asistencias.
En suma, su desempeño le ha valido ser considerado, en no pocas ocasiones, como el mejor en su posición en la historia de la liga.
En esa oportunidad, logró un notable promedio a la ofensiva de .414,[7] incluido un cuadrangular en el séptimo juego.
Su desempeño a la defensiva fue inmejorable atrapando y tirando bolas ante cualquier oportunidad.
[4] En algunas ocasiones, el puertorriqueño fue objeto de burla por su fuerte acento en español mientras hablaba inglés.
[4] Desde el momento que se supo la noticia, el luto embargó a la afición del béisbol y al público en general.
Por regla general, se han establecido cinco años desde la retirada o muerte de un jugador para iniciar el proceso.
Clemente se convirtió así en el primer latinoamericano en formar parte de este distinguido salón.
Solo Ty Cobb, Babe Ruth, Honus Wagner, Bob Feller, Ted Williams y Stan Musial habían tenido un porcentaje más alto al ser ingresados hasta ese tiempo; quienes votaron en contra no lo hicieron por el pelotero sino debido al hecho del desconocimiento del periodo regular de cinco años.