En 1689 vino a Londres para supervisar la impresión de la Biblia en gaélico del obispo ya fallecido William Bedell.
Murió un año después, hay quien dice que en castigo por haber revelado los secretos de elfos, gnomos, hadas y otros longaevi.
Su tratado, hallado en la Advocate’s Library of Scotland, fue impreso por primera vez en 1815 bajo la supervisión del novelista Walter Scott.
Como los feéricos suelen secuestrar mujeres que han dado a luz para amamantar a sus propios vástagos, cita la superstición apotropaica de colocar en la cama trozos de hierro para disuadirlos.
Al final del segundo capítulo, Kirk se enfrasca en una polémica sobre si poseer la "Segunda Vista" es algo pecaminoso o no; concluye que es un don más de Dios y que como tal no tiene nada de demoníaco si no se use para el mal.