Al llegar la policía, el joven contó lo acontecido a los agentes quienes primeramente pensaron que se trataría de una riña amorosa entre homosexuales.
Al intentar ingresar a la casa, Berdella les negó la entrada, por lo que necesitaron un permiso judicial.
En una investigación más a fondo se encontraron restos humanos y manchas de sangre por toda la casa.
Según sus propias declaraciones, ataba a los jóvenes luego de drogarlos para poder someterlos sexualmente y torturarlos.
Una de sus últimas quejas fue que el personal policial no le daba las medicinas por sus problemas del corazón.