[4] Durante el período isabelino, Langley ayudó al clero católico; su casa fue ofrecida como asilo a sacerdotes.
Se encontraron dos sacerdotes escondidos en el primero; en este último Langley mismo fue apresado.
Los tres fueron llevados a York, encarcelados y posteriormente procesados ante el presidente del Norte, los sacerdotes por su cargo y Langley por albergarlos.
[5] Durante la investigación, Langley no prestó juramento de la supremacía eclesiástica de la reina, ni se congraciaría con el señor presidente o el Consejo Privado.
[6] A sus restos se les negó un entierro honorable.