Retrato de Armand Jean Le Bouthillier de Rancé

Rancé desde que se retiró a la Trapa y vivía en el más completo alejamiento de las cosas del mundo.

Requerido varias veces para dejarse retratar, el piadoso solitario se había negado a ello constantemente […]».

El duque usó, pues, una artimaña que consistía en visitar al modelo en compañía del pintor disfrazado de extranjero, con el fin de que el artista memorizase los rasgos del abad para, seguidamente, plasmarlos sobre la tela unas horas más tarde.

Obviamente, el ejemplar original pagado por el duque no fue el que legó a la abadía de La Trapa, en el cual todavía se puede ver la cara, pintada en un lienzo separado que se fijó después en uno más grande: «Entregué a La Trapa la copia grande, una pequeña y dos reducidas, es decir, el busto, a Monsieur de St.

Aunque Saint-Simon había aceptado a regañadientes que Rigaud hiciese una réplica para su estudio, el artista faltó a su palabra y de inmediato hizo dos.